Julián Bravo, por su trayectoria y personalidad, uno de los pocos padres de la publicidad española de la era moderna, y maestro de más de una generación de publicitarios, ha fallecido esta mañana en Madrid a menos de un mes de cumplir los 85 años.
Durante años al frente de la agencia número 1 del mercado español, JWT, será recordado no solo ni principalmente por eso, sino por sus cualidades humanas y su amor y respeto por la publicidad. Un amor y un respeto que le llevaron a ser uno de los fundadores e impulsores de la Academia de la Publicidad en 2009. En 2004 fue nombrado Académico de Honor de la institución.
Motor y modernizador
Nacido en 1936 Campisábalos, de la provincia de Guadalajara, se licenció en Derecho y se graduó en Administración de Empresas. Fue pionero de un perfil de profesional nuevo en su momento en la publicidad española y su labor ha tenido un profundo impacto como motor muy variadas iniciativas que han contribuido a hacer de ella una profesión más importante y reconocida. Inicia su labor profesional en el año 1962 en la agencia Publinsa Kenyon & Eckhardt, lo que le permite pasar, en 1963 y 1964, unos cuantos meses en la oficina central de la multinacional en la neoyorkina Madison Avenue, calle donde coinciden las más grandes agencias mundiales del momento.
La entrada de Julián Bravo en la J. Walter Thompson (JWT) del recién contratado Manu Elexpuru, en el año 1966, fue clave para su posterior crecimiento y expansión. Asume diferentes cargos de responsabilidad hasta que en el año 1987 es nombrado presidente ejecutivo y miembro de la junta de directivos de JWT Worldwide. Un reconocimiento a una labor que había hecho de JWT el líder indiscutible de su mercado con más de 40 clientes, que le mostraban una fidelidad envidiable, y cerca de 200 empleados en sus oficinas de Madrid y Barcelona.
En 1992 renuncia a sus cargos en JWT (poco después de su compra por WPP) y pronto es nombrado asesor de Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea. Su última y fructífera etapa profesional transcurre como presidente ejecutivo de la AIMC, el gran proyecto colaborativo español para la medición de audiencia, y dueña del EGM, estudio que había colaborado a crear muchos años antes y que fue básico para profesionalizar la publicidad en España.
Simultáneamente, nunca dejó de practicar la docencia y de impulsarla, en una lista de colaboraciones que sería demasiado extensa, pero de la que destaca el ser profesor de marketing de la Escuela Superior de Publicidad, y su sucesora la Facultad de CC. de la I. de la UCM, así como director de cursos de vanguardia en la UIMP.
Desde 1980 desarrolló también una importante actividad como traductor y editor de libros de materia publicitaria desde sus propias editoriales, Eresma y Celeste. Gracias a él se conocieron en España algunos de los grandes títulos de la publicidad mundial.
Fue presidente de AEAP de 1981 a 1987 y como tal dio luz verde al festival publicitario que andando el tiempo sería El Sol. Fue promotor, impulsor y primer presidente de la Academia de la Publicidad.
Patriarca y espejo
Pero más allá de todos los datos biográficos, Julián Bravo ha sido el gran patriarca de la publicidad española y espejo en el que mirarse de varias generaciones de publicitarios de todas las especialidades, no sólo por su preparación y excelencia, sino por su caballerosidad, generosidad, integridad, bonhomía y amor por la publicidad, por la buena publicidad y por la publicidad buena, principalmente.
Para la Academia de la Publicidad es una terrible pérdida. Nos sentimos herederos de lo que él inició al crear esta institución hace 12 años y que, como tantas cosas que emprendió, tiene una finalidad generosa: mejorar la imagen de la publicidad como instrumento para activar la economía y mejorar el bienestar de la sociedad mediante la comunicación eficaz entre las marcas, las instituciones y los ciudadanos. Tras su desaparición quedamos huérfanos de su consejo y clarividencia, pero nos comprometemos aun más si cabe a seguir haciendo que crezca este maravilloso proyecto que él comenzó.
En palabras del presidente de la Academia de la Publicidad, Pablo Alzugaray, transmitiendo el sentir de toda su junta directiva: “Hoy la tristeza es tan infinita como inevitable, pero nos consuela saber que Julián seguirá siendo el referente de los referentes, porque su inteligencia y generosidad son atemporales y su legado lo trasciende”.
Club Abierto de Editores traslada a familiares, amigos y compañeros su más profundo pesar por la pérdida de un profesional de la talla de Julián, que ha sido un referente para el mundo de la comunicación y deja un enorme legado para el futuro.