La revista Este de Madrid cumple 25 años desde la salida de su primer número, doscientas setenta y cuatro ediciones de la publicación en estos 25 años de existencia.
(Editorial)
ARCADIA
25 años no es nada
Olía a tinta en aquella imprenta. Los maquinistas sacaban las planchas, una por cada color, CMYK, cian, magenta, amarillo y negro y preparaban la impresión. En la jerga del oficio barajábamos nombres como fotolitos, fotocomposición, fotomecánica, cuentahílos, cúter, muaré, offset, huecograbado, cuatricomía. Un PC era por entonces un miembro del Partido Comunista.
El ordenador aún suponía una fantasía propia de las películas del primer Bond. Lo más parecido que habíamos oído, que no visto, era el ordenador Berta, el cerebro oculto del Ministerio del Interior, en el que se almacenaban las fichas policiales y otros datos de los ciudadanos. Para poner en orden textos y fotos en las maquetas usábamos una regla llamada tipómetro y contábamos en cíceros.
Cuando precisábamos de una información o documentación, acudíamos a las fuentes; archivos y legajos eran utilizados por periodistas donde se dejaban las horas y las pestañas hasta encontrar el dato exacto con el que elaborar un artículo fiable. Las primeras fotografías eran en blanco y negro y quedaban listas para publicar previo proceso minucioso del revelado en total oscuridad: carrete, película, negativo, tanque, ácido acético… los retoques se hacían a mano mediante un pincel
Algunos años después, llegó el ordenador y el teléfono móvil a nuestras vidas como electrodomésticos al uso. Y por fin, el último elemento revolucionario al que llamaríamos Internet, algo así como lo que supuso el invento de la rueda o la llegada del automóvil en lugar de los caballos. Ya nada sería lo mismo. Todas las bibliotecas del mundo en la pantalla de nuestra mesa. Un pozo de ciencia infinito donde comunicarse es solo un arte de habilidad y paciencia, la certeza y la mentira, el conocimiento y la ignorancia.
Y el lenguaje cambió. Megas, gigas, bases de datos, del disquete al cd y al pen drive. Twiter, Facebook, Instagram, Linkedin, redes sociales, tablet, portátil, modem, usb, sistema operativo, Photosop, Google… A las jornadas de empresarios les llamamos Networking y las reuniones de grupo las hacemos vía Skype. Según ganábamos fórmulas y posibilidades de información la verdad es que perdíamos comunicación. Ya no hace falta que nos veamos, nos relacionamos vía Internet. Podemos hacer el trabajo desde cualquier lugar del planeta utilizando incluso el teléfono móvil y enviamos fotografías gracias a las técnicas digitales.
Han pasado veinticinco años, casi nada en el contexto de un libro de historia pero un verdadero tsunami en lo que respecta a nuestra evolución como seres humanos. En este trayecto profesional hemos conocido una generación de lo que ahora se denomina emprendedores. En definitiva, un montón de personas que decidieron arriesgarse a sacar a la calle sus ideas y su esfuerzo en forma de empresa. Una aventura que se inició hace un cuarto de siglo y que ahora, una generación después, con sus hijos al frente, actuamos en un contexto diferente pues ya no es imprescindible el contacto verbal o visual, un simple mensaje al correo electrónico o por whatsapp y el negocio puede comenzar.
Sin embargo, los más de cincuenta y cuatro mil anuncios y las personas que estaban tras ellos han dejado en este Medio de Comunicación la ilusión por difundir sus productos. Representan nuestra memoria viva y agradecida, pues sin ellos nada hubiera sido posible. Cientos de miles de páginas, miles de reportajes y artículos, varios millones de lectores…Nombres propios, sentimientos, esfuerzo, profesionales de toda índole que han dejado su impronta en las doscientas setenta y cuatro ediciones de existencia de esto que llaman popularmente la revista del Este. Más de media vida de entrega de mujeres y hombres: periodistas, impresores, diseñadores, maquetistas, comerciales, fotógrafos, repartidores… a una causa sencilla y a la vez excepcional: la voluntad de informar a los vecinos de Arganda y Rivas de los acontecimientos de estas dos ciudades. Comenzaron compartiendo esta singladura al compás de una juventud rabiosa y rebelde. El poeta Gil de Biedma lo resumiría en su poema “Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante”. Y ahora, ya adultos y con la responsabilidad de una familia como bagaje, pueden y podemos presumir de habernos llevado la historia por delante. Por mucho que lo pretendan los vendedores del humo de los ciento cuarenta caracteres y lo inmediato, lo que siempre quedarán serán las páginas impresas, colgadas eso sí en el santuario de Internet, a modo de estetoscopio donde poder escuchar los latidos y el alma de dos pueblos devenidos en ciudades.
“Ahora, que de casi todo hace ya veinticinco años…”, parafraseando al poeta.
SUMARIO: Han pasado veinticinco años, casi nada en el contexto de un libro de historia pero un verdadero tsunami en lo que respecta a nuestra evolución como seres humanos
FRASE: “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. (ALBERT CAMUS)